Los bosques no son sólo un conjunto de plantas y
árboles
, son ecosistemas complejos con innumerables entidades que interactúan y participan en su creación, mantenimiento y degradación. El Atlas de Bosques Inteligentes comparte diferentes entradas que implican a actores humanos, pero si se mira más de cerca también participan muchas entidades más que humanas. Esta Historia del Atlas resume una nueva
publicación
en Environmental Humanities en la que destacamos el papel fundamental de entidades y relaciones más que humanas en la configuración de las tecnologías forestales digitales.
En las iniciativas participativas en entornos forestales, los seres humanos suelen considerarse los principales interesados. Con el uso de las
tecnologías digitales
, actividades como la
vigilancia
o la
gestión forestal
participativas han ofrecido posibilidades de compromisos más democráticos con las comunidades locales y los habitantes de los bosques. Sin embargo, estos proyectos suelen implicar a distintas partes interesadas humanas con poder de decisión y excluyen a quienes carecen de privilegios para intervenir. Así pues, la
participación
en los bosques se ha asentado como una actividad que da prioridad a determinadas partes interesadas sobre otras. Aunque esto puede cuestionar las jerarquías existentes, también refuerza los privilegios y el poder.
Para cuestionar esta concepción antropocéntrica de los bosques como espacios gestionados y vigilados por seres humanos, este texto explora tres procesos de "desestabilización" que revelan cómo entidades y relaciones no humanas perturban, transforman y remodelan la participación digital. Al cuestionar las formas convencionales de concebir la participación, abogamos por marcos más pluralistas en los que muchas entidades diferentes contribuyan a la (re)creación de entornos forestales.
Los bioindicadores como participantes que dan forma a las prácticas digitales
El primer proceso de "desestabilización" tiene que ver con la forma en que los organismos forestales actúan como bioindicadores. Las
cigarras
, con sus infames sonidos de apareamiento, son un ejemplo de bioindicadores en los bosques. En el noreste de Estados Unidos, un enjambre de un billón de cigarras vive bajo tierra exactamente diecisiete años antes de salir a la superficie de golpe. Cada diecisiete años, la tecnología con la que se capta su presencia ha evolucionado. Su abrumadora presencia auditiva se vigila hoy en día mediante tecnologías acústicas que dan forma a nuevas comprensiones de los cambios medioambientales. No sólo en Estados Unidos, sino en muchos otros lugares, el canto de las cigarras se graba con tecnologías digitales como AudioMoth. Gracias a estas tecnologías de seguimiento acústico, se ha descubierto que las cigarras adaptan su vida a los cambios medioambientales. Como bioindicadores, las cigarras y muchos otros organismos forestales señalan y expresan acontecimientos ambientales como la extinción, la contaminación, los patrones meteorológicos y la radiación. Estos descubrimientos dan forma a nuevas prácticas para entender los bosques. Al prestar atención al modo en que estos organismos forestales inspiran y dan forma a las nuevas tecnologías digitales de vigilancia, estas entidades vivas participan de forma más dinámica en la transformación de nuestra comprensión de los bosques y el cambio ambiental. Más que entidades pasivas sometidas a la captura de datos, la atención a una participación más que humana revela cómo los bioindicadores inspiran activamente nuevas formas de relación y
detección
.
¿El bosque que se posee a sí mismo?
El segundo proceso de "Unsettling" especula sobre cómo las infraestructuras de blockchain y los algoritmos de toma de decisiones pueden remodelar las estructuras de propiedad de los bosques. Terra0 es un proyecto artístico en curso que crea el prototipo de un bosque que se posee a sí mismo. Al asignar a cada árbol un token digital y seguir un modelo económico que gestiona los recursos del bosque, este proyecto plantea cuestiones sobre el significado de la toma de decisiones a través de algoritmos y lo que podría suponer una autopropiedad más que humana. Sin embargo, como
algoritmo
creado por el hombre, este proceso digital no puede funcionar al margen de sus variables e infraestructuras codificadas por el hombre. En este ejemplo, que se detalla en el artículo, la autonomía del bosque queda limitada a cómo puede intercambiar recursos dentro de los sistemas capitalistas humanos. Además, el bosque autónomo se define a través de la toma de decisiones por parte de los árboles y no implica a otras entidades forestales que son necesarias para sostenerse. No obstante, este proyecto especulativo ayuda a repensar el futuro de los bosques y utiliza la tecnología digital para poner en primer plano cómo otras entidades proponen los bosques de forma diferente. Este intento de reconfigurar una participación más que humana ilustra que los procesos algorítmicos deben seguir reelaborándose para ajustarse mejor a la complejidad de los ecosistemas forestales.
Participación de las tecnologías digitales en colectivos indígenas más que humanos
El tercer proceso de "desestabilización" tiene que ver con el perspectivismo amerindio y su potencial para cambiar el modo en que las tecnologías digitales pueden redistribuir las subjetividades. Las prácticas digitales se utilizan cada vez más para gestionar los territorios indígenas, lo que conduce tanto a una mayor extracción como a posibilidades de controlar la degradación de los bosques. Los enfoques convencionales de implicar a las voces indígenas en proyectos participativos podrían enriquecer las prácticas digitales en los bosques. Sin embargo, también corren el riesgo de borrar los
conocimientos indígenas
cuando los resultados no tienen plenamente en cuenta las dinámicas ontológicas que conforman las cosmologías indígenas y los entornos forestales. Este nuevo artículo analiza cómo un compromiso más profundo con las cosmologías amerindias puede poner en primer plano los relatos, las historias y las relaciones culturales que forman tanto los seres humanos como las entidades más-que-humanas en los bosques. De este modo, en lugar de imponer nuevas tecnologías en territorios indígenas, las prácticas digitales pueden convertirse en participantes más respetuosos dentro de los colectivos más-que-humanos que los sustentan. Un ejemplo de
plataforma digital
con potencial para comprometerse con las prácticas de conocimiento local en la Amazonia brasileña es la
aplicación
Alerta
Clima Indígena. Al documentar observaciones y relaciones forestales que incluyen prácticas tradicionales y relaciones con animales, plantas, lugares sagrados y otras entidades, estas tecnologías se convierten en instrumentos con los que se comprenden, negocian y hacen legibles entidades más que humanas. En lugar de desarrollar tecnologías digitales que borren el conocimiento indígena, éstas pueden responder mejor a las cosmologías más-que-humanas en las que operan. Las tecnologías digitales no deberían imponerse a los territorios forestales indígenas como una solución externa para resolver sus problemas, sino integrarse como un participante respetuoso dentro de las sociedades más-que-humanas que dan forma a los bosques y los habitan.
En una época en la que los bosques están desapareciendo rápidamente, es crucial tener en cuenta la importancia de la participación no sólo humana en la creación y el mantenimiento de ecosistemas florecientes. Ampliando nuestra comprensión de la participación forestal para incluir entidades más allá de lo humano, podemos desarrollar prácticas digitales más pluralistas y relacionales. Estos tres procesos de "desestabilización" distan mucho de ser las únicas posibilidades de un pensamiento participativo multiespecie y
más que humano
con los bosques y las tecnologías digitales. Sin embargo, pueden ayudar a deshacer una comprensión singular de la participación como una forma de implicación de las partes interesadas humanas. Aportan nuevas formas de pensar sobre los procesos participativos que incluyen las prácticas de creación de mundo de entidades y relaciones más-que-humanas. Al ir más allá de los enfoques limitados y convencionales de la participación, estas narrativas tienen el potencial de alterar las prácticas forestales industrializadas e institucionalizadas y poner en primer plano ideas más-que-humanas para constituir y utilizar las tecnologías digitales.
___
Para leer el artículo completo, véase:
Westerlaken, Michelle, Jennifer Gabrys, Danilo Urzedo y Max Ritts. 2023. Unsettling Participation by Foregrounding More-Than-Human Relations in Digital Forests, Environmental Humanities, 15(1), 87-108, https://doi.org/10.1215/22011919-10216173.
Imagen de cabecera: Ilustraciones de la artista científica Cornelia Hesse-Honegger, que recogió, estudió y pintó insectos morfológicamente alterados, en su mayoría verdaderos bichos. Estos insectos se encontraron en las zonas afectadas por la lluvia radiactiva de Chernóbil, así como en las proximidades de muchas otras instalaciones nucleares, y muestran el impacto de la radiación en otras especies. Como bioindicadores, los insectos señalan alteraciones ecológicas. Cada una de las ilustraciones se explica con más detalle en Groundwork Gallery.
Los materiales del Smart Forests Atlas son de uso libre para fines no comerciales (con atribución) bajo una licencia CC BY-NC-SA 4.0.
Para citar esta historia:
Westerlaken, Michelle, "Unsettling Participation: How More-than-Human Entities Shape Digital Forest Practices," Smart Forests Atlas (2023), https://atlas.smartforests.net/en/stories/unsettling-participation. DOI: 10.5281/zenodo.13868629.