Cuando se introducen tecnologías digitales para vigilar la biodiversidad en formatos participativos, surgen viejas y nuevas ecologías. Algunas son más notorias y otras operan en segundo plano. Este colectivo está formado por esas relaciones inestables y dinámicas entre tecnologías digitales, seres humanos y entidades multiespecíficas que contribuyen a las diversas formas multidimensionales de entender la biodiversidad.